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Los niños gallegos que salvaron a millones

Updated: Apr 16, 2021

Tal día como hoy, 3 de diciembre, pero de hace 202 años, se comenzó a inocular en España la vacuna para prevenir la viruela, uno de los más grandes asesinos de la historia de la humanidad.

En los años siguientes, esa lucha se extendió a los territorios españoles de Ultramar. Y en ese esfuerzo, un grupo de niños españoles y mexicanos jugó un papel esencial.


Dos médicos vacunan a sendos niños mientras madres e hijos esperan su turno.
Campaña de vacunación contra la viruela en Madrid. Foto Creative Commons.

Hola, soy Ana Nieto y esto es Calendario de Historias, una producción de Audire Podcast. Nuestra misión es recordar el pasado, indagar en algunos de sus momentos y personajes históricos y buscar qué nos queda de ello.



La variola, el virus que causa la viruela, es exclusivamente humano. Se especula apareció hace unos 10.000 años entre los primeros agricultores en el noreste de Africa o en creciente fértil de Asia.


También se especula que pueden encontrarse rastros del virus en la momia de Ramsés V, un faraón que murió hace más de 3.000 años. Y por esas mismas fechas ya se menciona la viruela en libros sagrados hindúes.


En épocas mucho más recientes, la viruela fue la culpable –aunque no exclusivamente– de la catástrofe humana y demográfica que sufrieron las poblaciones indígenas de América al entrar en contacto con las poblaciones de origen Europeo y Africano.


Y a lo largo de su dilatada historia el virus ha mutado en repetidas ocasiones. Al Siglo XX llegaron dos: una considerada suave, que mataba al 1 por ciento de los infectados y otra grave, con una letalidad del 30 por ciento.


Y había más. No solo mataba uno de cada tres infectados, es que en el caso de niños la letalidad se disparaba al 80 por ciento.


Y de los enfermos que sobrevivían, un tercio se quedaba ciego y miles quedaban desfigurados con marcas en la cara.


Y el paso por la enfermedad era un descenso a los infiernos: fiebres altísimas, vómitos negros, hemorragias internas y pústulas por cara y cuerpo.


Durante siglos se creyó erróneamente que la viruela la causaba el aire corrupto, la ira de los dioses o el desequilibrio de la sangre. Y en Asia, ya desde la antigüedad se dieron cuenta que se podía prevenir la enfermedad mediante la inoculación de las propias viruelas. Esta práctica, aunque era muy arriesgada, era lo más efectivo que se tenía y se extendió por Europa y América en el siglo xviii.


El gran avance médico ocurrió a finales de ese siglo, cuando Edward Jenner observó que las mujeres que ordeñaban vacas adquirían una enfermedad semejante pero leve y que después quedaban protegidas frente a la viruela.


Y comenzó en 1796 los primeros experimentos. Extrajo líquido de la pústula de la ubre de una vaca y se la inoculó a un niño. Este desarrolló una leve infección, pero quedó protegido frente a la viruela humana.


Repitió el experimento y publicó los resultados. En ellos explicó que cuando se inoculaba a una persona con esta viruela vacuna (y de ahí viene el nombre de vacuna), la persona desarrollaba una infección y acumulaba líquido. Era posible extraer ese líquido y utilizarlo para inyectar a otra persona. En otras palabras, era posible una cadena humana de transmisión de la vacuna.


Este descubrimiento se extendió rápidamente por Europa, donde se estima que morían 400.000 personas al año por la enfermedad.


Y en 1803, el rey Carlos IV ordenó llevar la vacuna a Canarias y a los territorios de Ultramar, incluyendo Macao y Cantón en China.


Y en esta misión internacional sanitaria que dio la vuelta al mundo en tres años, un grupo de niños jugo un papel esencial. Sin ellos no hubiera sido posible la Expedición Balmís, como se conoce a la hazaña en honor de Xabier Balmís Berenguer, el médico a cargo de la expedición.


Se necesitaban niños porque su corta edad era garantía de que no habían estado en contacto con la enfermedad. Y se necesitaban varios porque era imprescindible pasar la vacuna de brazo a brazo en forma y plazos controlados durante la duración del viaje oceánico. Y se eligieron, para el viaje inicial de España a América, a 22: 5 de Madrid, 5 de Santiago de Compostela y el resto de la Coruña. Todos procedían de inclusas, excepto 1, el hijo de Isabel Zendal, la enfermera a cargo de los niños.


Zarparon rumbo a América en noviembre de 1803 desde el puerto de A Coruña y a bordo del María Pita. Junto a ellos viajan un grupo de médicos, enfermeros y practicantes. Una vez en América la misión se dividió y llevaron la vacuna a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y México.

Desde allí, en 1805 partieron hacia Manila en el Magallanes.


En esta ocasión fueron 25 huérfanos mexicanos los que transportaron la vacuna a Asia. Viajaron ya sin la enfermera Isabel Zendaya, quien decidió quedarse en México.


La vacuna fue un parteaguas. Durante el siglo xix la mortalidad por viruela declinó dramáticamente en Europa y América.


En 1900 en España hubo menos de 1500 fallecidos. Y cuando en 1903 se impuso su obligatoriedad, los números cayeron rápidamente. En 1929 ya solo dos personas fallecieron por viruela en España. Y aunque durante la Guerra Civil hubo rebrotes, la enfermedad ya estaba bajo control. Y en 1955 ya era cosa del pasado. Se había erradicado.


En 1966 ya solo quedaban casos en algunos lugares de Africa, Asia y Sudamérica. Y con el fin de hacer desaparecer esta plaga de la faz de la tierra la Organización Mundial de la Salud lanzó una campaña mundial para su erradicación. Y se logró.


En 1977 un cocinero de un hospital de Etiopía fue la última persona en contagiarse de la enfermedad. Sobrevivió.

Y la última persona que murió fue una fotógrafa médica inglesa que el año siguiente se contagió accidentalmente en un laboratorio inglés donde se estaban desarrollando experimentos.

Finalmente, en 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró erradicada la viruela.


¿Y desapareció?


Como enfermedad, sí. Pero como virus, siguen guardándose muestras. Desde 1983 solo dos laboratorios tienen viales con variola. Son el Centro de Control de Enfermedades (cDC) en Atlanta, Estados Unidos y el Laboratorio VECTOR en Moscú.


En un principio se había previsto que en 1993 se destruirían las muestras sometiéndolas por 45 minutos a temperaturas superiores a 120 grados centígrados. Sin embargo, esta fecha se ha pospuesto indefinidamente. Las razones que se han esgrimido son los avances en microbiología y genética que hacen posible que la variola pueda utilizarse para entender virus que nos siguen afectando o que puedan aparecer en el futuro.


La muestra del virus de EE.UU. reposa en un congelador azul metalizado, cerrado con candado y encadenado dentro de una sala de seguridad máxima a la que solo un puñado de expertos tienen acceso.


Unos científicos le llaman Harvey. Pero otros que no pueden olvidar que se trata de uno de los mayores asesinos de la historia prefieren llamarle El Gran Fuego o, simplemente, Muerte Moteada.

Viruela en latín significa “moteada”, por las pústulas que recubrían la cara y los cuerpos de sus víctimas.


*****


Y otros 3 de diciembre ocurrieron otros eventos históricos.

En 1842 durante la regencia de Isabel II, Baldomiro Espartero ordenó el bombardeo de Barcelona. Más de mil proyectiles que dejaron entre 20 y 30 muertos.


En 1984 en Bopal, India, la fuga de un gas de una fábrica de pesticidas provocó 20.000 muertos. Y en 2001 el presidente argentino Fernando de la Rúa impuso el corralito en 2010 las protestas laborales de los controladores aéreos y la respuesta del gobierno llevó al cierre del espacio aéreo español.


Para los interesados en saber qué más sucedió en 1798, el año en que comenzó a inocularse la vacuna contra la viruela en España destacamos que las tropas francesas entraron en Roma, secuestraron al Papa y proclamaron la república romana q legalizó el matrimonio civil y el divorcio. Y John Dalton descubrió el daltonismo, la enfermedad de la vista que impide ver colores.


Y en España los ingleses tomaron la isla de Menorca durante una semana.


Y terminamos el programa de hoy no con una cita, como es nuestra costumbre, sino con la lectura de los nombres de una placa instalada en el antiguo Hospital Real de Santiago y que recuerda a los 5 niños compostelanos que salieron de una inclusa para vacunar, brazo a brazo, a un continente.


Juan Antonio, 5 años; Jacinto, 6 años; Gerónimo María, 7 años; Francisco Florencio, 5 años; y Juan Francisco, 9 años.


Esto es Calendario de Historias, una producción de AudirePodcast, esto es, María Luz Rodríguez y quien les habla, Ana Nieto.


Si le ha gustado este programa, recomiéndanos. Se lo agradecemos de corazón. Volvemos mañana, que será otro día.


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