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Prohibición: la Ley Seca

Un día como hoy, 18 de diciembre, de 1917 las dos cámaras del Congreso estadounidense aprobaron una resolución para enmendar la Constitución. Se trataba de la enmienda número 18. Con ella se prohibía la producción, importación, transporte y venta de alcohol. Es decir, no el consumo, pero si la forma de hacerse con una botella.


Tres años más tarde entró en vigor y con ello toda una serie de consecuencias no intencionadas que llevaron a los legisladores a cuestionar todo aquello y acabar con la prohibición 13 años más tarde.


4 agentes tiran el alcohol de varios barriles mientras un quinto hombre observa.
Agentes destruyen bebidas alcohólicas. Foto de Creative Commons.


Hola soy Ana Nieto y esto es Calendario de Historias, el podcast diario de Audire con el que repasamos la historia, recordamos a sus personajes y vemos qué queda de ello.



El alcohol tuvo en Norteamérica detractores desde que los territorios eran colonias británicas, una época en la que el alcohol fluía sin que perturbase a la gran mayoría de los habitantes.


Pero cuando comenzó la revolución industrial la preocupación por la sobriedad de los trabajadores se unió a las llamadas a considerar la bebida como un fallo moral. Este aspecto es lo que dio vida al Temperance Movement o Movimiento por la Templanza, una campaña antialcoholica que mas que la moderación promovía la abstinencia y que se empezó a formar en los últimos años del siglo XVIII.


Religiosos, sobre todo de corrientes evangélicas y mujeres dieron alas a una corriente de pensamiento, que fue ganando popularidad tanto en la calle como en los pasillos del Congreso.


Pero no fue hasta en la segunda década del siglo XX cuando coincidieron una serie de circunstancias que hicieron posible la victoria de este movimiento con la prohibición.


La primera es que cuatro años antes se había aprobado la enmienda decimosexta que creaba el impuesto sobre la renta.


Hasta entonces el gobierno se financiaba casi hasta entre un 30% y 40% de los impuestos el alcohol. No se podía acabar con el whisky, el ron y la cerveza porque pagaban por el funcionamiento del estado.

Pero solucionado el tema fiscal, los prohibicionistas vieron como el camino se les iba despejando.


Una segunda cosa que les ayudó fue la primera guerra mundial. Al entrar EEUU todos los alemanes y descendientes de estos se convirtieron en sospechosos. Y se daba la circunstancia de que en este país en el que gremios y nacionalidades de origen van muy unidos, la mayor parte de las destilerías y casas de cerveza estaban en manos de alemanes.


La liga anti salones, como así se conocía a los antiguos bares… les sonará de las películas, y los prohibicionistas empezaron a popularizar la opinión de que apoyar la bebida y a sus productores era una actividad antiamericana.


La tercera circunstancia fue la lucha por el derecho de voto de la mujer. Las mujeres se alinearon con el movimiento de la templanza como solución a los abusos familiares de padres y maridos que tomaban demasiado alcohol. Los hombres que patrocinaban la prohibición las vieron como aliadas y líderes y fueron decisivos para que la enmienda 19, la que les concedió el derecho al voto, fuera efectiva de forma casi paralela.


Las mujeres votaron en las elecciones de 1920, un año después de la entrada en vigor de la prohibición.


Durante ese tiempo se rebajaron las cirrosis y disminuyó el absentismo laboral pero las consecuencias no deseadas eran más gravosas.


Para empezar, las económicas. Quienes anticiparon que la prohibición de venta de alcohol permitiría que el dinero de ese consumo se destinara al de compras de más ropa, libros, bebidas gaseosas, mejores viviendas y más entretenimiento se equivocaron de plano.


La demanda no se redirigió a ningún sitio y lo que si que se notó es que la gente iba menos a restaurantes porque no se podía beber. El mundo del entretenimiento también se vino abajo al salir los ciudadanos menos. Hasta el teatro perdió audiencia.


Además, el cierre de destilerías, salones y tiendas de licores elevaron el desempleo y la recaudación fiscal de los estados se vino abajo. Estos perdieron por el lado de los ingresos mientras que se tuvo que gastar más — aunque nunca lo suficiente— para vigilar que se cumpliera esa enmienda.


La peor de las consecuencias fue la fuerza que adquirió la mafia que encontró en el comercio ilegal del alcohol una fuente de ingresos que eclipsaba a todo lo ingresado anteriormente con extorsión, prostitución y dominio de las apuestas. Fueron los años de Al Capone y el agente Eliot Ness.


Policías y otros agentes de la ley caían ante los sobornos y las complicidades necesarias para mantener este comercio prohibido. Millones de americanos optaron por las actividades ilegales y los juzgados no daban abasto para ver los casos que tenían ante sí por razones siempre ligadas a actividades ilegales con el alcohol.

Y se siguió bebiendo. Además de los bares clandestinos, llamados speakeasy, y las redes de ventas al margen de lo legal, se vendía zumo de uva con instrucciones para su fermentación y en el campo muchos graneros se convertían en destilerías ilegales donde se producía un alcohol duro llamado moonshine, no siempre saludable. Muchos bebedores murieron por las malas condiciones del alcohol. Algunas destilerías en los baños de apartamentos de ciudades explotaban.

Además, los vacíos legales y excepciones se usaron hasta la saciedad.

Uno de ellos es que la iglesia católica podía consumir vino para misa. Y se produjo mucho vino para misa.

La producción de uva en la muy católica California se incrementó un 700% durante la prohibición por más que los feligreses no se hubieran multiplicado.

La demanda legítima de vino sacramental aumentó en 3 millones de litros en apenas dos años.

También se permitió la venta de licor para usos medicinales. El whisky era accesible con receta médica para calmar dolores y ansiedades. Las farmacias se convirtieron entonces en tapadera de venta ilegal. De repente todo el mundo quería ser farmecéutico. Durante la prohibición, en Nueva York se multiplicó el número de farmacéuticos registrados.

Los efectos buscados por los prohibicionistas no se materializaron y lo negativo empezaba a ser muy duro de sobrellevar. A finales de 1933, tres estados votaron eliminar la prohibición y se puso en marcha la ratificación de la enmienda 21 que acababa con la 18.

Y ¿qué nos queda de esto? No tenemos podcast para tanto pero recordar un par de cosas:


La ley dejó muchas reliquias, como por ejemplo que hasta hace unos años no se pudiera vender alcohol los domingos en las tiendas de Nueva York


Además hay casi unos 500 condados en el país que se consideran “secos” o dry, la mayoría en el sur y el este del país. Uno de ellos es el condado de Moore en Tennessee que es casualmente donde se produce jack Daniels. Allí no se vende el producto local.


Y nos queda el Nascar. Esas carreras de coches tan profundamente americanas son otra de las reliquias de la prohibición, de cuando se cargaba alcohol para su distribución en coches tuneamos para que fueran más rápidos y pudieran evadir a la policía. Esas carreras ahora son oficiales.


Y otros 18 de diciembre dejaron otras historias.


En 1916 terminó la Batalla de Verdún, la más larga de la I Guerra Mundial, en la que fallecieron 300.000 soldados.


Y en 1923 se creo la Zona Internacional de Tánger. La ciudad pasó a ser gobernada por España, Francia y Reino Unido, incorporándose después a la administración Bélgica, Portugal, Holanda e Italia.


Durante la II Guerra Mundial, España invadió la ciudad y la anexionó al protectorado español de Marruecos. Esta aventura acabó en 1945. Tánger regresó a ser gobernada por una coalición de países. Finalmente, en 1956 se incorporó a Marruecos.


¿Y qué pasó en 1917?


Fue el año del triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia, en la que Lenin y los bolcheviques tomaron el poder.


En España, la huelga general revolucionaria tuvo éxito en zonas urbanas grandes. También en las industriales del País Vasco y Cataluña y en las mineras de Andalucía, Asturias y León. El conflicto se saldó con 71 muertos y más de 2.000 detenidos.


Y cerramos el programa de hoy con una cita del cantante punk Jello Biafra:

“Por cada prohibición que se crea, también se crea una clandestinidad”.


Calendario de Historias es una producción de AudirePodcast, esto es, María Luz Rodríguez y quien les habla, Ana Nieto. ….Mañana será otro día.




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