top of page

Españoles sin patria


Hace años viajé a Turquía. A la vuelta, en el avión me senté al lado de una mujer que en un momento dado me preguntó “si le podía hacer la merced de decirle dónde era mejor trocar dinero en España y qué documentos era menester presentar para ello”.



Ventanas, sinagoga, cielo azul, ladrillo
Sinagoga del Transito en Toledo./Creative Commons

Esa forma de expresarse me hizo recordar el cantar del Mio Cid, que leí en el instituto. Aquella mujer me explicó que era sefardí, descendiente de los judíos españoles expulsados por los Reyes Católicos en 1492. Su familia fue una de las que acabaron en el Imperio Otomano tras dejar su casa, su tierra y sus raíces, Una sefardí que como muchos durante siglos mantuvo el idioma que se hablaba entonces y que me chocó tanto.


La expulsión se hizo tras la publicación de los dos edictos de Granada, también llamados decretos de la Alhambra. Con ellos, los Reyes Católicos obligaron a salir de sus dominios a los judíos no conversos, una decisión que ha estado vigente durante más de 500 años.


Y si hoy hablamos de esto es porque en una semana como esta, un día 16 de diciembre pero de 1968, cuando se reconoció a la comunidad israelita de Madrid, se inauguró a sinagoga Beit Yaacob en la capital y en plena celebración de la Janucá, se hizo una alusión a la derogación de la Real Cédula de 31 de marzo que hace 529 años rubricaron Isabel y Fernando.


De todo esto vamos a hablar hoy en calendario de Historias, soy Ana Nieto y una semana más les doy la bienvenida a un podcast de Audire en el que recordamos el pasado, sin nostalgias, y vemos lo que nos queda de ello ahora.


🔴 Escucha el podcast 👉🏼Aquí


En 1967, un año antes de que la sinagoga Beit Yacoob se instalara en el distrito madrileño de Chamberí, el gobierno de Francisco Franco decretó la libertad religiosa que precedió a esa alusión a la derogación de lo decretado por los Reyes Católicos. En 1992, en el quinto centenario de la expulsión, la comunidad judía seguía pidiendo una derogación simbólica pero expresa de aquel edicto de los reyes católicos.


El acercamiento del Estado español a la comunidad judía, en concreto a los sefardíes, ha ido avanzando poco a poco desde esa declaración de hace 53 años con la que hemos empezado el programa.


La Constitución de 1978 consagró, entre otras, la libertad religiosa y un real decreto de 1980 detalló derechos como los referentes a la aperturas de lugares de culto, celebraciones de bodas y otros ritos.


Una reforma del Código Civil redujo a dos años el periodo de residencia en España para que los sefardíes pudieran obtener la nacionalidad española. Una segunda, en 2015, permitió que se otorgara la nacionalidad discrecionalmente por carta de naturaleza y que se pueda mantener la nacionalidad anterior a la española. Muchos se quejan últimamente de que esta vía se ha complicado ultimamente.


En 1992 además se adoptaron acuerdos como la concesión de efectos civiles a los matrimonios celebrados en sinagoga o la elaboración de un calendario festivo alternativo al del Estatuto de los Trabajadores con las festividades de esta comunidad


Se estima que en España hay unos 40,000 judíos en este momento, la mayoría en Barcelona, Madrid, Ceuta y Melilla.


Hoy hemos empezado el podcast al revés.


Con lo que queda hoy, el progresivo cierre de unas heridas abiertas hace medio milenio. Olvidadas por España durante siglos pero no por aquellos en la diáspora que mantuvieron la nostalgia de Sefarad, es decir España, en sus corazones.


Hablemos ahora de la herida y de cuándo empezó a cerrarse, porque los primeros acercamientos entre España y los sefardíes son muy anteriores a 1968, cuando se produjo la alusión al fin del real decreto de los monarcas católicos.


Pero para eso tenemos que ir mucho más atrás en el libro de historia.


Nos vamos a finales del siglo XIII. A Inglaterra. Fue entonces cuando este país ordenó la expulsión de los judíos de su territorio. A finales del XIV lo hizo también Francia y lo que entonces era la corona de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos a la cabeza hizo lo mismo el mismo año, 1492, en el que Cristobal Colón llegaba a América y se reconquistaba Granada.


A diferencia de otros lugares de Europa, los Católicos fueron muy meticulosos con el cumplimento de su decreto de expulsión y la Inquisición y la persecución a la herejía hizo muy difícil la vida a los conversos que secretamente practicaban el judaísmo o conservaban su cultura. Inquisición hubo en muchas zonas de Europa pero en España su impronta fue de siglos.


El caso es que Isabel y Fernando no habían sido hostiles hacia los judíos en un inicio. No se trataba de simpatizar con ellos pero les toleraban, sobre todo por el papel que tenían en la sociedad. Formaban parte del frente anti musulmán y tenían profesiones que ofrecían servicios clave como la medicina y las finanzas. Pero la sociedad albergaba un sentimiento antijudío que creció. Se les empezó a acusar, casi siempre sin evidencias, de envenenar pozos y libelos de sangre, especialmente de asesinatos de niños además de afrentas a la fe católica.


En 1480 se obligó a que vivieran en zonas separadas de los cristianos y que no se mezclaran con ellos. La inquisición decretó la salida en algunas zonas del reino poco después. Y 12 años más tarde, y esgrimiendo que la separación no había sido no suficiente ni del todo posible, los reyes les dieron un plazo de pocos meses para abandonar España, malvender lo que pudieran y dejar pertenencias como su oro, su plata y sus joyas.


Con las llaves de sus casas, algunos se fueron temporalmente a Portugal y Navarra que aún no formaba parte de los reinos de España. Los más se fueron al norte de África y el imperio Otomano donde ya había sefardíes que habían abandonado años antes la península ante el creciente clima hostil que se vivía en España.


El entonces emperador Bayaceto II les recibió con los brazos abiertos y ridiculizó a los reyes españoles diciendo que no podía tratarse de personas inteligentes cuando echando a los judíos “ha empobrecido a su país y enriquecido el mío”.


El paso del tiempo manipula las memorias. Y borra muchas. Y eso ocurrió con aquellos edictos de Granada. No las de los sefardíes que mantuvieron la lengua, las llaves de sus casas y durante años hicieron que el castellano fuera la lengua del comercio en amplias zonas del mediterráneo. La que se borró en cierta medida fue la memoria de unos españoles que olvidaron a otros durante tres siglos y medio.


Esto es hasta 1797 se le presentó al rey Carlos IV una propuesta para que los judíos pudiesen regresar a España. En aquel momento no había una alusión a los sefardíes sino a los hombres de negocios que operaban en el resto de Europa. Se les reconocía las riquezas que tenían y creaban y eso era bastante para apoyar la propuesta.


Pero no para que prosperara. De hecho no solo fue rechazada sino que además se recordaba que la Inquisición aún castigaba a herejes.


La tenebrosa Inquisición, por cierto, estuvo activa hasta 1834 aunque durante las guerras napoleónicas fue suprimida temporalmente.


Fue la guerra de África en 1860 la que puso fin al olvido que para entonces era ya prácticamente desconocimiento del mundo sefardí.


Las tropas del General O’Donnell que tenían como misión sofocar el levantamiento producido en Tetuán descubrieron con perplejidad el saludo de un grupo de hombres y mujeres de indumentaria oriental y singular acento que saludaba su paso: “¡Bienvenidos!, ¡viva la reina de España! ¡vivan los señores!”.


Aquello fue el inicio de conversaciones, intercambios comerciales y la llegada de unos cientos de judíos a Andalucía. Tenían miedo de las represalias de Marruecos por el apoyo que habían brindado a los españoles. A principios del siglo XX en Sevilla ya había una comunidad judía organizada que tenía incluso una carnicería que vendía carne tratada según tradiciones judaicas o kosher.


La comunidad judía internacional presionó a los gobiernos españoles para que derogaran los edictos de Granada. El general Prim lo prometió hacer cuando estaba en el exilio y tras la Revolución Gloriosa el gobierno lo hizo. En realidad no se hizo por decreto pero si se publicó en la gaceta de Madrid que era entonces como el BOE y por tanto tenía efectos vinculantes.


Por esta declaración de hace 153 años y por la libertad de culto de la constitución de 1869 se empezaron a establecer sefardíes en España y ejercer su derecho a practicar su religión.


El decreto de expulsión se daba por extinto.


A partir de ahí, el siguiente gran paso fue en 1880. Entonces el senador Angel Pulido visitó a su hijo en Austria y se encontró con cuatro hombres de negocios sefardíes. Le chocó como hablaban y lo que decían, tanto como a mí a la vuelta de Turquía cuando conocí a aquella sefardí.


Pulido hizo campaña por el regreso de esta comunidad y fue uno de sus máximos defensores ganando para su causa a la intelectualidad de la época como Blasco Ibañez, Perez Galdós, Carmen de Burgos. Su campaña a favor de los que llamó “Españoles sin patria” llegó hasta principios del siglo XX cuando se empezaron a abrir sinagogas y reconocer las comunidades judías en algunas ciudades.


Y cuando el fin de la I guerra mundial trajo el colapso del imperio otomano, el gobierno de Primo de Rivera otorgó la nacionalidad española a los sefardíes en esos territorios que ahora se veían en dificultades. Era 1924.


Franco no tenía ninguna simpatía por los judíos pero si filoseffardí por su contacto con esta comunidad cuando estuvo en el protectorado de Marruecos. y cuando su régimen empezó a contar con las simpatías internacionales durante la guerra fría se abrió la mano a esta comunidad y la libertad religiosa.


Calendario de Historias es un recordatorio del pasado. Pero la historia tiene muchos matices, algunos que se descubren poco a poco. Muchos protagonistas y muchas historias en sí misma. La de los judíos españoles es fascinante.


Pero esto es todo lo que les podemos contar por hoy porque hemos llegado al final del programa.


Toca despedirnos y lo hacemos desde Ourense que es donde está Maria L.R. y desde Brooklyn, donde estoy yo, Ana Nieto. Las dos hacemos este podcast de Audire que llegará a ustedes la semana que viene otra vez. Nos oímos.


Fuentes:



https://zaguan.unizar.es/record/64335/files/texto_completo.pdf





bottom of page