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El invento que hizo posible los rascacielos

Updated: Apr 16, 2021

El 23 de marzo de 1857 se instaló un ingenio en un edificio de cinco plantas en lo que ahora es el SOHO de Nueva York que revolucionó la arquitectura, la forma en la que vivimos y desde luego el perfil de la isla de Manhattan entre otras muchas ciudades.


Una semana como hoy, de hace 164 años el edificio Haughwout, en la esquina de Broome steet y Broadway contó con el primer ascensor. Desde entonces empezamos a vivir y trabajar en edificaciones que han crecido verticalmente. Desde humildes viviendas multifamiliares hasta rascacielos, el ascensor las hizo posible.


Y las ciudades cambiaron para siempre.


Otis realiza la primera demostración del ascensor.
Otis realiza la primera demostración del ascensor. Foto de Creative Commons.

Bienvenidos una semana más a Calendario de Historias, soy Ana Nieto y les invito a que me acompañen a repasar el pasado, a conocer a sus protagonistas y a ver lo que nos queda de ello hoy.




Poleas y elevadores ha habido desde hace miles de años. Los egipcios las usaron en la construcción.


Lo que también ha existido desde entonces han sido los accidentes provocados por la ruptura de las cuerdas.


Hasta que se inventó el elevador seguro y el mecanismo de frenada en caso de ruptura. Eso es algo que se le ocurrió a Elisha Graves Otis, un hombre nacido en el estado norteamericano de Vermont en 1811.


Otis tuvo varios trabajos durante su vida. Construyó vagones y carruajes primero y luego fue empleado en un fabrica de camas donde trabajó como mecánico. Allí desarrolló ciertas máquinas para facilitar el trabajo.


En 1852 fue enviado a Yonkers, en el norte de Nueva York, a una fábrica donde diseñó e instaló un elevador seguro de carga que tenía un freno automático en caso de que se rompiera la cuerda. El elevador se desplazaba por raíles que tenían dientes de sierra y afirmaban la frenada de la plataforma que se elevaba.


Otis que entonces acariciaba la idea de unirse a la Gold Rush, esto es, la emigración al Oeste para buscar oro, se dio la oportunidad de explotar mejor este invento con el que manejar las cargas sobre todo en los almacenes.


Abrió una empresa para fabricar elevadores seguros. Pero le costó levantar cabeza.


No tuvo apenas éxito incluso cuando lo presentó por todo lo alto. Literalmente.


La crónica que recordaba el New York Times en el centenario de Otis, a mediados del siglo pasado, explicaba que para dramatizar la seguridad del elevador el propio Otis hizo una demostración en el Crystal Palace de Nueva York.


Ataviado con un traje con levita y sombrero de copa, similares a los que vestía quien poco después fue presidente, Abraham Lincoln, el inventor ascendió en un elevador abierto ante una gran audiencia.


Llegado un punto pidió que cortaran de un hachazo el cable. Se oyó algún que otro grito en la sala pero…..

“La plataforma se mantuvo firme y la industria del elevador comenzó a ascender”, escribía el cronista en el Times. Era 1854 y aquella puesta en escena no fue lo viral que Otis hubiera querido, apenas dos publicaciones lo recogieron y con escaso detalle.


No le dio más para tener algunas órdenes en ascensores de carga.


Hasta que tres años más tarde instaló el ascensor en el edificio de SOHO que en aquel momento ocupaban las tiendas de textil y porcelanas de Houhwgout. Eran cinco plantas y la gente podía subir y bajar no era más elevado que otros de la época pero el ascensor era un reclamo publicitario que haría que la gente se acercara y estuviera más tiempo en el almacén y terminara comprando.


El ascensor era hidráulico, lo movía un motor de vapor en el sótano y. Costó $300. El segundo se instaló en el Fifth Avenue hotel en Madison Square Park.


Otis, que además del ascensor registró otras patentes, como la de un horno de pan, no vivió lo suficiente para ver despegar y mejorar su ingenio. Murió en 1861 y de la empresa se ocuparon sus dos hijos.


A principios del siglo XX las posibilidades abiertas en arquitectura con el ascensor se fueron haciendo realidad porque los motores fueron evolucionando. De los motores de vapor se pasaron a los eléctricos de Westinghouse, se mejoraron las plataformas, las sujeciones y sobre todo se pudo añadir velocidad que era el ingrediente vital para añadir altura a los edificios.


Hay que pensar que al ascensor del Houhwgout le habría tomado casi media hora llegar al último piso del Empire State.


La carrera por conquistar lo más alto se abrió y Manhattan empezó a buscar el cielo con sus construcciones. En las tres primeras décadas del siglo XX se alzaron el Woolworth Tower, el Chrysler Building y el Empire State, por citar algunos de los más famosos.


Es un modelo de ciudad que se ha extendido sobre todo en Asia y zonas de Oriente Medio.


En España, el primer ascensor se instaló en Madrid poco antes de la navidad de 1877 en la Calle Alcalá número 5.


Ni el ascensor ni el edificio en el que operó superaron la destrucción de la Guerra Civil.


En 1903 se instalaron tres en el Palacio Real.


Actualmente, España es uno de los países en los que más ascensores hay y no es difícil ver por qué cuando se compara ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao o Valencia a otras similares en Europa. Hay menos casas unifamiliares en las ciudades españolas y más edificios con pisos o apartamentos.


Es una situación que tiene explicación en la historia del país. En la posguerra y sobre todo en los años sesenta, el éxodo del campo a las ciudades obligó a una construcción rápida de bloques de edificios que se repartían el suelo urbano que existía.


El boom de la construcción fue entre 1954 y 1961 y aunque muchos no eran demasiado elevados y no todos tenían ascensor poco a poco se les ha ido incorporando. De ser un lujo, ha pasado a ser algo estandarizado cuya falta penaliza el valor de la vivienda.


Hoy los ascensores son una pieza básica de la vida en las ciudades, del trabajo en las oficinas y del diseño de las ciudades. Y Otis se mantiene como una de las empresas más importantes en el sector.


Y en 1857, mientras la familia de Elisha Otis estaba ocupada montando el primer ascensor de la historia pasaron otras cosas.


En España se fundaron dos bancos, el Santander en Cantabria y el Banco de Bilbao, que tras décadas de fusiones y adquisiciones es actualmente el BBVA.


Mientras, Francia y el Reino Unido declararon la guerra a China, la llamada II Guerra del Opio, una guerra en esencia comercial alrededor del opio que se libró en el campo de batalla y que terminó con la legalización del comercio del opio y su apertura a varios países. Para China, que prohibía las transacciones alrededor de esta droga, fue una gran humillación y el profesor de historia estadounidense Stephen Platt escribe en su libro Imperial Twilight, que fue uno de los periodos más oscuros del imperio británico.


Tampoco fueron tiempos mejore en EE UU. Para empezar se desató el llamado pánico de 1857 que vino, como no? de la especulación financiera en el sector del ferrocarril y terminó con la bancarrota de una aseguradora que destapó una serie de crímenes de cuello blanco y abrió una crisis financiera que llegó hasta Europa. La de 2008, la Gran Recesión, no fue la única.


Pero por otro lado se empezaron a escribir las líneas de la historia que llevarían a las de la Gerra Cicil estadounidense en 1861. Mientras en los almacenes Haughwout se compraban telas y porcelanas tras subir en el ascensor en Savannah, Georgia se produjo la mayor subasta de esclavos de la historia. Dos días en los que se vendieron 436 hombres mujeres, niños y bebés. El tiempo de las lágrimas se llamó.


Ese mismo año el Tribunal Supremo en la sentencia Dred Scott v. Sandford determinó que los negros no eran ciudadanos ni podían emprender acciones legales para obtener libertad. Las lineas divisorias en el país se asentaron y cuatro años más tardes comenzó la guerra del norte y el sur que acabó con la esclavitud aunque no con el sufrimiento de la población negra en el país.


En 1868 la enmienda 14 dio la vuelta a esa decisión del Supremo.


Esto ha sido todo en Calendario de Historias por hoy. Maria Luz Rodríguez desde Ourense y Ana Nieto desde Brooklyn les deseamos una buena semana y les pedimos que si les ha gustado se suscriban. Es gratis y así cada lunes llegarán automáticamente los siguientes capítulos a la plataforma de podcast que elija para escucharnos.


Volvemos el lunes. Cuídense.





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